TOMA DE DECISIONES: RAZÓN Y EMOCIÓN EN EQUILIBRIO
Mg. Guillermo Pérez de Lima – Perú
 
 
Para tomar decisiones, lo primero es estar muy bien informado de los Pro y Contras de la decisión.
 
“Decidirse implica riesgo”.  ¿Estás dispuesto a correrlo?
 
Como dicen los clásicos: “hay que planificar o medir el riesgo”.
 
Tomar una decisión es difícil ya que involucra optar. Optar es escoger y esto puede llevarnos a equivocarnos o no.
 
Nadie desea cometer errores.
Nadie desea salir lastimado.
Nadie desea equivocarse.
Por todo esto, tomar decisiones no es sencillo.
 
Decidirse, no solo tiene que ver solo con qué tan bien informados estamos, sino que también implica serenidad y confianza en uno.
Es decir, estar en armonía con uno mismo y con los demás. Para ello ya debe haberse aceptado como es. Conocerse y trabajar en conquistase a sí mismo, en doblegar sus defectos, siempre.
 
Estar en armonía implica que aprendamos a: “escuchar al cuerpo” y confiar en nuestro sentir, en nuestras emociones, en nuestra experiencia y no solo en las palabras y “razón”, como equivocadamente hacen en occidente.
Precisamente, una razón de los problemas existenciales vitales es el “torturarse pensando y pensando”, en el pasado que “pudo ser y no fue” o en lo que “podría ser”, desperdiciando su presente.
 
El desarrollo de la mente, solo se consigue, cuando el cuerpo ha sido disciplinado.
Mediante el movimiento, se entrena el cuerpo. Mediante la serenidad, se entrena el corazón.
 
Si sentimos la serenidad en nosotros y estamos atentos a las emociones que nuestro cuerpo expresa, tendremos una gran ayuda al decidir.


 
Hay casos, en que tenemos que tomar decisiones en situaciones críticas y es ahí, cuando es fundamental el confiar en nosotros mismos (escuchando nuestro sentir), estar en armonía con él, lo que nos dará el equilibrio, la serenidad y la capacidad para pensar, razonar y decidir, serenamente, en medio de las crisis o conflictos, sin perder los papeles.
“El medir el riesgo, con calma, ayudará a decidirnos y aminorar el error”.
 
Muchas veces hemos decidido algo que nuestro cuerpo “nos decía que no”. Luego, decimos: “algo me decía que hiciese eso y no lo hice, que tonto fui
 
Es que no estábamos “escuchando a nuestra “intuición” (que no es privativa solo de las damas) había una incongruencia entre nuestro sentir y nuestro hacer. Entre nuestra razón y nuestra emoción.


 
La persona occidental se centra más, en hablar y pensar, que en sentir y actuar, en consecuencia con sus emociones
 
Esa es la razón, entre miles de factores, de tanto estrés, dilemas existenciales, adicciones, suicidios, en occidente.
Darle solo importancia a solo una parte del todo, desequilibra a cualquiera. Ya que es frecuente el prejuicio de “etiquetar” como “debilidad”, por ejemplo, el llorar, nos convierte en “minusválidos emocionales”. Lo que nos hace propensos a dudar y no decidirse con seguridad y aplomo.
 
Por esto, es tan importante, estar informado y en armonía con nosotros nuestras emociones, con nosotros mismos. Pues, como en oratoria, a mayor dominio del tema, más seguridad y menos miedo al ridículo habrá.
Lo mismo en la vida, en general, y para ejecutivos en particular, cuya función esencial es resolver problemas, tomando decisiones con eficacia y eficiencia siempre y no pasarse la vida dando excusas.
Aceptarnos como somos, implica comprender, por qué somos como somos y expresarnos, en nuestras relaciones con los demás, de modo coherente y autentico. Esto posibilitará estar en armonía y serenidad. Y eso es lo central en la calidad de vida.
 
Con esta actitud, de “fluir como el agua”, deslizarse, como pez en el agua, en medio de los problemas y adversidades de la vida  y una rigurosa información, podremos tomar decisiones adecuadas con firmeza y flexibilidad.
Si nos equivocamos estamos ante una crisis.
Una crisis es una oportunidad.
Donde se sufre pero se aprende (salvo los tercos y los que “saben, hasta lo que no saben”).
Donde se definen personas y situaciones.
Pero, sobre todo, es una oportunidad para conocernos, cómo somos realmente.
La vida es un aprendizaje. El error es madre del éxito. Nos equivocamos y aprendemos del error, es decir, adquirimos experiencia. Así es la vida.
Somos más sabios en la medida que hayamos tenido mayor cantidad y calidad de experiencias y hayamos aprendido de estas.
 
No aprender de los errores, sí que es un serio problema.
La idea es no dejarnos congelar o paralizar por el miedo. El miedo nos impide pensar, decidirnos y vivir.
Los chinos dicen: “cada vez que me niego a arriesgarme, me niego a ser”
 
El miedo crea a la víctima. “el miedo es el enemigo, la confianza en uno mismo, es la coraza” Lao Lzu
Hay que aprender a confiar en nosotros mismos y en los demás.
 
La vida es un riesgo, es un aprendizaje, es equivocarnos y aprender. Es arriesgarse a vivir la experiencia y aprender de ella. Todo esto implica decidirnos y decidirse es fluir.
 
 
 
 
 
Perfil del escritor:
Guillermo Pérez es Máster en Ciencias Sociales con mención en Desarrollo Humano en medios socioculturales diferentes de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales  en FLACSO. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con especialidad en relaciones públicas de la Universidad San Martín de Porres. Lic. en Psicología y facilitador del Desarrollo Humano en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Cuenta con tres diplomas:  Diploma Internacional en Gestión del Talento Humano (ESAN),  Diploma en Gestión de empresas (Universidad Diego Portales) de Chile y Diploma en Marketing de la Universidad del Pacífico. Ex catedrático en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Comunicador Sénior, experto en Marketing, Negociación y Manejo de Crisis, RRPP, Conferencista y Psicólogo, Psicoterapeuta Social, especializado en Gestión de RRHH con experiencia en las sierras, selva y sectores urbanos marginales de la ciudad de Lima y otras provincias de Perú y Latinoamérica.  http://posicionamientoyfidelizacion.blogspot.com/ y http://escuchaempatica.blogspot.com/

 

 

 

 

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