EL TAO DEL LIDERAZGO






John Heider

¿Cómo ser líder sin caer en el autoritarismo? Este artículo muestra un estilo
oriental de liderazgo, basado en la sensibilidad y la observación. El autor busca un antídoto contra el autoritarismo entre maestros y alumnos, dirigentes y dirigidos.

Tao significa "cómo": su método de liderazgo es darse cuenta de lo que ocurre
para entender cómo ocurre.

Igualdad

La ley natural es ciega y su justicia es imparcial. Nadie escapa a las
consecuencias de su conducta. Ser humano no es ninguna excusa.

El líder sabio no trata de proteger a nadie de sí mismo. La luz de la conciencia
brilla del mismo modo sobre lo placentero y sobre lo displacentero. Los humanos no son mejores que el resto de la creación. El mismo principio que está en el interior de los seres humanos está presente en todas las demás cosas.

Tampoco un individuo es mejor que el resto de la humanidad. Todos valen igual.
¿Para qué tener favoritos? Al saber esto, el líder sabio no pretende ser especial.
No habla a espaldas de nadie ni pierde el tiempo cuestionando los méritos de
teorías adversas. El silencio es su gran fuente de fortaleza.

Como el agua

El líder sabio es como el agua. Ella refresca y limpia a todas las criaturas vivas sin juicios ni distinciones; libre y sin miedos, penetra profundamente bajo la superficie de todas las cosas; fluye; responde; sigue la ley con toda libertad. El líder sabio trabaja sin quejarse en cualquier contexto y con todo problema o persona que se presente. Actúa siempre para beneficio de todos y es capaz de servir más allá de cuanto le paguen. Habla simple y honestamente, interviniendo sólo para dar luz y armonía.

Para profundizar en ti mismo, abandona tu egoísmo. Abandona tus esfuerzos por ser perfecto, rico, seguro o admirado. Tales esfuerzos te limitan, bloquean tu universalidad. Abandonar es como morir. Todo emerge, se forma y muere. Tú también.

Observando los movimientos del agua el líder aprehende que, en la acción, el
tiempo es todo. Como el agua, el líder es fluido. Al ver que su líder no empuja ni presiona, el grupo no resistirá ni guardará resentimiento. Será, entonces, un buen grupo.

Un buen grupo es mejor que un grupo espectacular. Cuando los líderes se vuelven estrellas, ocurre que el educador se  hace más importante que la educación.  Y muy pocas estrellas tienen los pies sobre la tierra.  
La fama cría fama y te lleva cada vez más lejos. Así volarás lejos de tu centro y te estrellarás.

El líder sabio se conforma con hacer un buen trabajo y deja lugar a los demás. No se queda con todo el crédito por lo que está ocurriendo y no tiene necesidad de ser famoso. Un ego moderado siempre es evidencia de sabiduría.

El líder sin prejuicios

¿Puedes ser mediador en conflictos emocionales sin tomar partido ni elegir
favoritos? ¿Respirar libremente y estar relajado en medio de deseos y miedos
intensos? ¿Ser amable con todas las facciones? ¿Permanecer abierto y receptivo ante toda circunstancia? ¿Saber lo que está emergiendo, y mantener tu paz interna mientras los demás lo descubren por sí mismos?

¿Has clarificado tus propios conflictos? ¿Está limpia tu casa?

Aprende a dirigir en forma nutritiva. 
Aprende a dirigir sin ser posesivo. 
Aprende a dirigir sin llevarte todo el crédito. 
Aprende a dirigir sin ser coercitivo.

Podrás hacerla si no tienes prejuicios, si eres claro y actúas con los pies en la
tierra.

El campo grupal

Presta atención al silencio. ¿Qué pasa cuando en un grupo no pasa nada? Ahí
está el campo grupal.

Trece personas se sientan en círculo, pero es el clima o el espíritu del centro
 del círculo -allí donde nada pasa- lo que determina la naturaleza del campo
grupal.




El éxito

Si mides el éxito en términos de crítica o adulación, tu ansiedad no tendrá fin.
Tener una buena reputación o ser bien conocido por tu obra puede convertirse en un obstáculo para tu desarrollo.

Si el grupo aplaude algo que has hecho  te preocupará si no aplauden con tanta fuerza la próxima vez. Si te critican, si se quejan o discuten, te sentirás herido. De uno u otro modo, estás ansioso y eres dependiente.
 
La buena reputación surge naturalmente de hacer algo bien hecho. Pero si tratas de preservar tu reputación perderás la honestidad y la libertad necesarias para tu desarrollo.

Para hacer un buen trabajo debes cuidarte a ti mismo y también cuidar y valorar a los otros. Si te valoras demasiado a ti mismo te volverás egocéntrico. El egocentrismo te hace tanto daño a ti como a tu trabajo. Si puedes vivir con los frutos del éxito y cuidarte adecuadamente, podrás fomentar el éxito en los demás.

Abandonar el egoísmo

Para profundizar en ti mismo, abandona tu egoísmo. Abandona tus esfuerzos
por ser perfecto, rico, seguro o admirado. Tales esfuerzos te limitan, bloquean tu universalidad. Abandonar es como morir... Todo emerge, se forma y muere. Tú también.

 Cuando mueres, abandonas el ego. Y te haces uno con todo lo demás. En mi
más profundo interior sé que soy uno con el todo. Abandono mi egoísmo y termino con la ilusión de estar separado. Así actúo para el todo. Me beneficio y te beneficio. No estoy en conflicto con nadie; estoy en paz, y tengo energía
disponible para dar, porque ya no me resisto a lo que está ocurriendo.

 La muerte no me atemoriza porque sé cómo abandonarme y conozco la
naturaleza de la eternidad.

Como una partera

El líder sabio no interviene sin necesidad. Su presencia se siente, pero el grupo se dirige a sí mismo. Los líderes menos capaces hacen mucho, dicen mucho, tienen seguidores y forman sectas. Los peores  líderes hasta utilizan el miedo para energizar el grupo y forzarlo a superar toda resistencia. Los líderes más terribles tienen mala reputación.

Recuerda que tu tarea es facilitar el proceso de otra persona. No tu proceso. No te metas demasiado. No controles. No fuerces tus propias necesidades e  insights a un primer plano. Si no crees en el proceso del otro, éste tampoco te creerá.

Imagina que eres una partera asistiendo  al nacimiento de un niño. Realiza tu
trabajo sin quejarte ni hacer un espectáculo. Facilita lo que está pasando en vez de aquello que piensas que debería pasar. Si debes dirigir, hazlo para que la madre reciba ayuda en tanto permanece libre y bajo su propio control. Cuando el niño haya nacido, la madre -con toda razón- exclamará: "¡Lo hicimos nosotros mismos!".
 
Esto contra aquello

No pierdas de vista el principio único de cómo funciona todo. Cuando lo pierdes, y el método de meditar sobre el proceso fracasa, el grupo se estanca en la discusión intelectual de lo que podría o debería haber pasado, y cómo esto o aquella podría haber ayudado. El grupo se vuelve polémico y se deprime.

Cuando dejas el camino de la conciencia  simple, entras en el laberinto de la
astucia, la competencia y la imitación. Cuando alguien olvida que toda la creación es una unidad, las lealtades se dirigen a unidades menores como la familia, el equipo de fútbol. El nacionalismo, el racismo, el clasismo, el sexismo; todos ellos surgen cuando se pierde la conciencia de unidad. Y la gente toma partido: a favor de esto; en contra de aquello.

Ser mejor

Olvida todas esas técnicas inteligentes y programas de automejora, y el mundo
estará mejor. No prometas curar, ni mejorar a los demás, ni hacer la vida más
sana, más justa o más humana. No ofrezcas programas que estimulen el egoísmo, que enseñen cómo ser rico, sensual o poderoso -y por lo tanto codicioso, paranoico y manipulador.

Ningún maestro puede hacerte feliz, próspero, saludable. Ninguna técnica,
ninguna receta puede reforzar esas cualidades. Si quieres ser mejor prueba con el silencio o alguna otra disciplina de limpieza que te enseñe gradualmente dónde se halla tu identidad sin ego.




Saber qué pasa

Cuando no puedes ver lo que está ocurriendo dentro de un grupo, no fuerces la
mirada. Relájate y observa amablemente con tu ojo interno. Cuando no entiendas lo que alguien dice, no trates de aprehender cada palabra. Abandona todo esfuerzo. Sé silencioso y escucha con tu interior más profundo.

Cuando te confunda lo que veas o escuchas, no te esfuerces por armar el
rompecabezas. Cálmate, deja de analizar;  los hechos más complejos se convertirán en simples.

Para saber lo que pasa hay que empujar menos y abrirse más. Ver sin mirar.
Escuchar en silencio. Usar la intuición y la reflexión en vez de esforzarse por
comprender. Cuanto más abandones el esfuerzo, y cuanto más abierto y receptivo estés, más fácilmente entenderás lo que pasa.

Así estarás en el presente, un lugar más accesible que los recuerdos del pasado o las fantasías del futuro. Presta atención. ¿Qué pasa aquí y ahora?
 
La sabiduría tradicional

La tarea de líder es facilitar procesos y clarificar conflictos. Esta habilidad depende menos de la educación formal que del sentido común y de la sabiduría tradicional.

El líder muy educado tiende a responder en términos de modelo teórico. Es mejor responder directamente a lo que ocurre aquí y ahora. Asegurarse de que todo modelo que uno tenga sea compatible con la sabiduría tradicional.

Por ejemplo, la mayoría de la gente actúa para satisfacer sus deseos. Cree que el mundo está a su servicio. Pero el líder sabio sirve a los otros y tiene pocos deseos inclusive pocas defensas. La mayoría de la gente está plagada de necesidades sin fin, pero el líder sabio se contenta  relativamente con poco. La mayoría lleva vidas agitadas, mientras el líder se mantiene en calma. La mayoría busca la novedad y la estimulación, mientras el líder prefiere lo más común y natural.

Centro y tierra

El líder centrado y firme puede trabajar con gente errática y situaciones grupales críticas sin dañarse. Estar centrado significa poder recuperar el equilibrio aun en medio de la acción, sin estar sujeto a antojos pasajeros ni excitaciones sorprendentes. Estar firme significa tener los pies sobre la tierra, andar con peso. Sé dónde y por qué estoy de pie: eso es tener los pies sobre la tierra.

Un líder que no es estable puede verse arrastrado por la intensidad del liderazgo y cometer errores de apreciación; o incluso enfermar.

Tómalo con calma

Esforzarse por asumir el liderazgo produce efectos inesperados: 
El líder demasiado rutilante no es muy estable.
Quien se da mucha prisa no llega a ninguna parte. 
Quien trata de aparentar brillo no es un iluminado.
A los líderes inseguros les gusta hacer propaganda de sí mismos. 
Los líderes impotentes tratan de sacar ventaja de su posición. 
No resulta muy sagrado señalar que uno es sagrado.

Todas estas conductas emergen de la  inseguridad y alimentan la inseguridad.
Ninguna de ellas contribuye a la tarea –ni a la salud – del líder.

Considera:
Cuando piensas que eres tan bueno, ¿con quién te estás comparando? ¿Con
Dios? ¿O con tus propias inseguridades?

¿Quieres la fama? Ella complicará tu vida y reducirá la simplicidad en tus idas y
venidas. ¿O el dinero? El esfuerzo por ganar más te robará el tiempo. 
Toda forma de egocentrismo oscurece tu interior profundo y ciega tu comprensión de cómo ocurren las cosas.

Polaridades y paradojas

Cada conducta contiene sus opuestos: la hiperinflación conduce al colapso
económico; una muestra de fortaleza sugiere inseguridad; lo que sube debe bajar; si quieres prosperar, sé generoso.

También: lo femenino dura más que lo masculino; lo femenino permite, lo masculino causa; lo femenino se rinde, luego abraza y vence.

Además: el agua desgasta a la roca; el espíritu supera la fuerza; los débiles
desarman a los poderosos.

Aprende a verlo todo al revés, desde dentro y por detrás.



Poseer o ser poseído

¿Para qué realizas este trabajo: para facilitar el crecimiento o hacerte famoso?
¿Qué es más importante, adquirir nuevas posesiones o ser más consciente? ¿Qué funciona mejor: obtener o abandonar?

Hay un problema con el tener demasiado: cuanto más tienes, más debes cuidar
tus posesiones y más puedes perder. ¿Eso es poseer? ¿o ser poseído?

Si, en cambio, abandonas las posesiones, puedes abandonar el derroche de una vida en la que te pasarías el tiempo cuidándolas. Intenta quedarte quieto y
descubrir tu seguridad interna. Si la descubres, tendrás todo lo que quieras.
Además, estarás menos acelerado y vivirás más tiempo.

En lucha

Si un miembro del grupo quiere pelear contigo, considera la estrategia del jefe
guerrillero; nunca busques el combate; si este viene, déjalo pasar. Retrocede. Es mejor retroceder que adelantarse demasiado.

Tu fuerza es tu inteligencia. Tu arma no es un arma; es la luz de la conciencia.
Avanza sólo allí donde no encuentres resistencia. Si ganas una posición, no te
atrincheres en ella. Si vences, sé misericordioso.

La persona que inicia el ataque está  descentrada y puede ser derrotada con
facilidad. Aun así, respeta a todo atacante. Nunca entregues tu compasión ni uses tus habilidades para atacar a otro innecesariamente.

En todo caso, vencerá la fuerza con una mayor conciencia. 

Libertad y responsabilidad

Imagina que hay dos tipos de coraje. Uno es activo y puede matar gente. Otro es interno y puede hacer vivir a la gente. ¿Cuál de los dos es mejor?

Nadie podrá responderlo en tu lugar. Cada uno tiene sus ventajas y sus
desventajas. El Tao no tiene preferencias. Recuerda que Tao significa "cómo".
Cómo ocurren las cosas no es igual a "lo que debo hacer". Nadie puede decirte
qué hacer. Esa es tu libertad. Esa es tu responsabilidad.

En lugar de buscar consejos, aprende a ser más consciente de lo que ocurre en el aquí y ahora. Entonces podrás ver por ti mismo como ocurren las cosas. Y tomarás tus propias decisiones acerca del "qué hacer".

Tao no da sermones ni dicta conductas. Pero el patrón de conducta de cada uno sigue la ley natural. Esta ley es tan general que cubre cada posible
acontecimiento. Y es tan específica que  se aplica a cada instancia de todo
acontecimiento.

Pero nadie puede decidir por ti qué hacer en una situación determinada. La
decisión es tuya.




Las respuestas

Nadie tiene todas las respuestas. Saber que no sabes es mucho más sabio que
creer que sabes cuando no es así. El conocimiento simulado es neurótico.
Afortunadamente, una vez se reconocen los síntomas, la cura es sencilla: dejar de simular.

Probablemente todo líder ha probado esta forma de simulación en un momento u otro a lo largo de su vida. El líder sabio ha aprendido lo doloroso que es simular conocimientos. Evitando el dolor, al líder sabio ya no le interesa pretender que conoce.

De todos modos; es un alivio ser capaz de decir “No sé”.

Nada nuevo

Esta manera de ser líder es fácil de comprender y fácil de cumplir. Pero no
muchos líderes conocen este abordaje, y muy pocos lo utilizan en su trabajo. 

Porque, francamente, es mucho más simple y conocido atraer la atención. Como principio, el interés más grande se dirige hacia la novedad más grande.

Por eso, el líder sabio no hace nada nuevo u original. El líder sabio atrae pocos
seguidores: aquellos que reconocen que la  sabiduría es un tesoro que suele reposar oculto debajo de una apariencia común y corriente.

Los maestros del líder

La meditación los preparaba mejor para saber qué pasa aquí y ahora. La
meditación les daba un cable a tierra con el infinito. Por eso los maestros a veces parecían profundos e inescrutables, inclusive grandiosos.

Su liderazgo no se basaba en la técnica o la teatralización, sino en el silencio y la capacidad de prestar atención. Se movían con gracia y eran hábiles en solucionar situaciones muy complejas. Eran considerados. No hacían daño. Eran gentiles y tranquilos, como buenos invitados. Sabían cómo dejar el lugar con elegancia y no estorbaban.

Los maestros del líder eran tan abiertos y receptivos como los valles que
descansan entre las montañas. Podían aclarar los hechos para los demás por que ya lo habían hecho para sí mismos. Podían dirigirse a lo más profundo en el otro, porque ellos conocían sus propios conflictos y bloqueos profundos. Habían abandonado el egoísmo y por eso podían potenciar a los demás. No trataban de lograr la iluminación: estaban iluminados. 


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